Los libros sobre gerencia tienden a definir el éxito en términos muy amplios: gran producto, empleados felices, mejoras continuas, competencia derrotada.
Un buen ejemplo es la obra que definió a este género de libros: Mis años en la General Motors de Alfred Sloan; publicado en 1963 cuando GM era aún una compañía icónica y Sloan era reconocido como el artífice del éxito de esta compañía.
Pero enfocarse en cómo los mejores hacen lo mejor tiene sus límites. La mayoría de los gerentes no pueden jactarse de ningún triunfo parecido al de Sloan. Así que, ¿cuál es el modelo para los gerentes que realmente necesitan un modelo?
Un buen candidato es Mao. Sí, este fue presidente de China (desde 1949 hasta su muerte en 1976), no de una compañía. Pero su famoso “Librito rojo”, que contiene extractos de sus discursos, está repleto de material gerencial: entrenamiento, motivación y evaluación de los empleados de menor nivel, innovación, competencia, etc.
A continuación, cuatro ingredientes propios de la gerencia al estilo de Mao, que pueden ser adoptados por todos los malos gerentes.
1. Un eslogan poderoso y falso: Nacido en un pueblo modesto, Mao vivió como un emperador: los campesinos lo llevaba en una litera, vivía rodeado de concubinas y todo el mundo lo ensalzaba. Sin embargo, su eslogan más famoso fue: “Servir al pueblo”. Esta paradoja ilustra un aspecto de su ingenio: su habilidad para justificar sus acciones achacándoselas a otros.
2. Manipulación de los medios: Mao sabía cómo comunicar sus puntos de vista a través de afiches, el Librito rojo y los círculos de reeducación, que reforzaban constantemente su mensaje. “El polvo no se envanece donde no llega la escoba”, decía. Este proceso de autoengrandecimiento suele ser tildado de “culto a la personalidad”, pero es muy parecido a la construcción de marca de los negocios de hoy en día.
3. Sacrificio de colegas y amigos: “¿Quiénes son nuestros amigos? ¿Quiénes son nuestros enemigos? Este es un asunto de suma importancia”, escribió Mao. Este tenía un objetivo claro: no quería gente muy cercana a él y, por tanto, al poder. Este enfoque tiene sentido. Es posible que los colegas muy cercanos quieran nuestro trabajo, así que estos tratarán de distraernos. Mao abandonó a sus amigos, esposas e hijos. Nunca pagaba los favores recibidos.
4. Más actividades, menos logros: Mao siempre evitaba el tedio de cualquier reunión, sobre todo aquellas en las que lo iban a criticar. Las políticas eran malas, los resultados pésimos y el liderazgo errado, pero cada iniciativa parecía crear una fuerza centrípeta que unía a toda la nación. El equivalente comercial de todo esto es la reestructuración. Y, mientras más amplia, mejor. Tal vez la mejor lección para un ejecutivo en mala situación sea la siguiente: si no logramos hacer nada bien, hagamos mucho.
Fuente Original: The Economist