sábado, 3 de septiembre de 2011

Amo a mis clientes



Las mujeres son necias por naturaleza y al negocio de cajas llegan por montones. Con el tiempo me he dado cuenta que, cuando una mujer se casa con una idea, no hay quién se la quite de la cabeza.

Ah, pero eso sí: no hay peor cosa que una mujer necia y, aparte, que sea fea y ande de mal humor. Ésas deberían incluir un instructivo que advierta: No mojar, que no le dé la luz y no alimentarla después de la media noche, como a los pinches Gremlins; o, de perdido, que cuenten con un permiso de la PROFEPA, para que puedan andar sueltas en las calles.

Y es que me toca cada caso. Por ejemplo, ayer llegó una señora que yo no sé por qué no se la llevó el huracán Alex o la nave nodriza que la abandonó en este planeta. La charla estuvo así:
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