Una empresa -en el sentido figurado- bien podríamos considerarla como una persona, ya que prácticamente: nace, crece, enferma o muere.
Nace cuando es creada por sus fundadores, crece cuando se le inyectan recursos, enferma cuando es mal dirigida y muere cuando -a consecuencia de su enfermedad- cae en bancarrota.
Siguiendo con el mismo pensamiento imaginario, podríamos aplicar que también siente: alegría, cuando todo marcha sobre ruedas; tristeza, cuando se comete alguna injusticia con alguno de sus colaboradores; dolor, cuando se retira un buen elemento; angustia, cuando es revisada por el fisco; y… miedo.
Por lo general, las empresas suelen tener los siguientes miedos:
Miedo # 1: A que su producto ya no funcione.
Miedo # 2: A que le cometan fraude.
Miedo # 3: A que el fisco la revise.
Miedo # 4: A que su personal estrella se vaya con la competencia.
Miedo # 5: A que sus clientes dejen de creerle.
Miedo # 6: A no poder crecer.
Miedo # 7: A que su líder persiga beneficios propios y no los de la organización.
Miedo # 8: A que su RH no le provea de personal adecuado.
Miedo # 9: A que su personal no la quiera.
Miedo # 10: A endeudarse injustificadamente.
Miedo # 11: A romper alianzas con proveedores importantes.
Miedo # 12: A que sus gerentes le mientan.
Miedo # 13: A que pierdan la humildad sus directivos.
Si bien esto es en un sentido estrictamente figurado, si analizamos cada uno de los conceptos detallados podremos ver que los miedos serian propios de cualquier organización en la vida real.
