Por un tiempo, las organizaciones sin fines de lucro habían trabajado de forma aislada; sin embargo, se fueron adentrando en el mundo corporativo en los años 80 y buscaron estrategias para promocionar sus propósitos benéficos con la ayuda de las empresas, por medio del conocido marketing con causa.
En la actualidad, este enlace entre empresas y organizaciones sin fines de lucro queda plasmado en el gran número de campañas publicitarias, en donde las compañías compran la buena voluntad de los consumidores promocionando sus productos bajo el lema de que “un porcentaje de las ganancias irán a cierta causa” o con el logo de una entidad benéfica impreso en el empaque.
Este vínculo favorece a ambos: Mientras las sin fines de lucro ganan reconocimiento al ser mostradas en los productos, las empresas reciben ganancias de más de us$ 1,5 mil millones al año sin restricciones, es decir, que pueden darle cualquier uso al dinero.
Además de ello, las corporaciones mejoran su imagen y fomentan su prestigio interior. La verdad es que el marketing con causa arroja recompensas a todos y, sobre todo, las acciones se basan en hacer el bien.
Si bien las empresas de EUA podrían beneficiarse de propósitos benéficos, sin estar realmente vinculadas a una causa (lo que podría poner fin a las sin fines de lucro y dar inicio a la competición con compañías grandes y sólidamente constituidas), las organizaciones benéficas dan un valor agregado más que sus simples nombres.
De allí que la causa caritativa es la verdadera razón de competencia en este asunto: asociarse con una entidad benéfica constituye simplemente una estrategia ingeniosa de outsourcing por parte de las empresas.
Fuente Original; Fast Company Magazine