Recientemente me llego a mi correo una historia que, por su importancia para todos nosotros, quiero reproducir en su integridad; porque no importa si tenemos una empresa que fabrica productos, que ofrece servicios o que vende....
En todos los caso, el cliente es el rey del mercado, él tiene la capacidad para elegir donde compra, qué compra y cuando lo compra. Los empleados que no entiendan esto, sencillamente dejaran de existir como tal.
El Cliente que nunca regresa
Yo soy un buen cliente. Todos ustedes me conocen. Yo soy aquel que nunca se queja sin importar el tipo de servicio que me den.Yo entro a un restaurante y espero a ser atendido mientras el empleado conversa con sus amigos y no se toma la molestia de ver si mi comida está lista para llevar. En ocasiones, personas que llegaron después de mí son atendidas primero y yo no me quejo cuando el empleado me dice: "lo siento, tramitaré su pedido de nuevo". Yo solo espero.
No me quejo y soy considerado con la otra persona. Si de casualidad el mesero es de aquellos que se molestan si quiero tomarme mi tiempo leyendo el menú, soy lo más decente posible, pues no creo que deba ser agresivo en respuesta a su actitud. Nunca pateo, nunca me quejo, no critico y ni siquiera sueño con hacer una escena tal y como veo que algunas personas lo hacen en sitios públicos. No creo que esa sea la forma. No, yo más bien soy el cliente bueno, y además les voy a comentar que, entre otras cosas, soy... El Cliente que nunca regresa.
Esta es mi forma de reaccionar cuando me tratan mal. Esta es la razón por la cual soporto todo la forma en que me tratan, por que sé que quedaremos más que empatados con el solo hecho de no regresar. Esto puede que no calme mis frustraciones, pero es mucho mejor que hacer una escena pública. De hecho, unos cuantos buenos clientes como yo pueden arruinar su negocio y en el mundo existen muchos buenos clientes como yo.
Cuando abusan de nosotros, simplemente nos vamos a otro lado y gastamos nuestro dinero en sitios en donde son lo suficientemente inteligentes para contratar personas que aprecien a los clientes.
Por ahí dicen que "el que ríe de último ríe mejor". Yo me río cuando lo veo a usted gastar su dinero en costosas campañas publicitarias para tratar de tenerme nuevamente como cliente, cuando siempre pudo haberme tenido con tan solo unas cuantas palabras amables, con una sonrisa y con un "gracias".
No me importa en qué tipo de negocio esté usted. Quizás nunca he escuchado hablar de usted y muy seguramente usted tampoco ha escuchado hablar de mí. Pero si su negocio va camino a la quiebra o si su negocio está mal, quizás es por que existe suficiente gente como yo que sí saben quien es usted...
Yo soy EL CLIENTE QUE NUNCA REGRESA.