Toda organización es fiel reflejo de lo que son sus directivos. Y son ellos los que terminan por conformar la cultura organizativa que define las actitudes y comportamientos de los empleados.
Y lo que distingue a los mejores directivos de los peores, sin duda lo es su actitud ante situaciones extremas, tanto para bien como para mal. En situaciones como éstas es donde surge con más claridad el liderazgo y el líder en sí.
Es donde se dan lecciones de entereza, de orden y alineación. Es donde aflora el líder espiritual, que se encarga de mantener al grupo cohesionado y con el ánimo en alto; que impulsa a sus colaboradores a contribuir en su justa medida en las labores técnicas, en el intercambio de información con el resto de la organizacion, y a poner atención especial a aquellos que se encuentran en condiciones precarias de conocimientos o espirtitualmente.
Es en las crisis donde la condición de líder se prueba con mayor claridad en la figura de quien la ejerce, ya sea porque formalmente han sido escogidos para su ejecución, o bien sea producto del azar y las circunstancias.
Pero, ¿con qué características o capacidades debe contar un líder para salir adelante ante cualquier situación extrema que se presente?
El líder de un equipo en un contexto de crisis, debe -antes que todo- contar con la validación de su experiencia y formación por parte del equipo, demostrando su capacidad más allá de su autoridad, a través de habilidades y capacidades como:
- Capacidad de análisis: debe saber analizar las condiciones en las que se encuentra para encontrar las rutas viables de solución de acuerdo a las fortalezas y debilidades de cada elemento del equipo.
- Resolver lo elemental: debe demostrar al equipo sus condiciones de conocedor del problema por el que atraviesan y solucionar lo de fácil realización, encapsulando los problemas relevantes para evitar distracciones menores durante la solucion de los mismos.
- Saber delegar responsabilidades: Saber elegir, de entre las actividades a desarrollar, aquellas que son delegables de las que no, así como a quienes tengan las habilidades necesarias para cumplirlas con cabalidad
- Saber trabajar en equipo: Saber desarrollar un trabajo colaborativo, que permita que emerjan opiniones, experiencias e intuiciones que sumen fuerzas.
- Tener flexibilidad y apertura: Ser estricto en cuanto a definición de funciones y flexible en su elaboración cuando así lo amerite, la rigidez generalmente no tiene buen diagnóstico en circunstancias de estrés o de adversidad.
- Tener integridad: Demostrar integridad en su toma de decisiones, de manera que mantenga cohesionada la moral de sus compañeros y actúe como modelo de conducta ante ellos.
- Capacidad de comunicación: Saber comunicar objetivos, planes de trabajo o estrategias de interés colectivo requiere de claridad en el mensaje, especial atención sobre el feedback y una cierta dosis de persuación.