De todas las cosas que Paul Graham odia sobre manejar una start-up, o compañía recién puesta en marcha, es que los clientes lo molestan demasiado. Todo el mundo tiene un problema con su producto y la gente le está llamando constantemente para quejarse sobre las cosas que probablemente no podrán solucionar.
Entonces existe el hecho de que se encuentra haciendo todo por primera vez, creando una abrumadora sensación de incertidumbre, así como un miedo persistente en que una sencilla mala decisión podría arruinar a toda la empresa. “Es como hablarle a alguien que fue a la guerra”, dice Graham. “Manejar una start-up apesta”.
Es extraño oír a Graham hablar de esta manera, porque él ahora supervisa lo que es quizás la campaña más ambiciosa de creación de start-ups jamás intentada. Su compañía, Y Combinator, es un fondo de capital de riesgo y escuela de negocios que invierte en, asesora, y literalmente, alimenta a aproximadamente 40 negocios en fase inicial al año.
Las inversiones son pequeñas –menos de US$25.000 por compañía– pero Graham complementa el dinero con consejos prácticos, introducciones a inversionistas en fase tardía, ayuda técnica y un sentido de comunidad. El modelo ha producido muchas compañías prometedoras, unas cuantas adquisiciones substanciales e imitaciones en ciudades a lo largo de EUA y alrededor del mundo.
¿Por qué Graham, un profeso odiador de start-ups, está haciendo esto? Porque por todo el dolor, él cree que fundar una compañía es la manera más eficiente de generar riqueza –para los inversionistas, fundadores y la sociedad en general– y porque él piensa que puede hacer del inicio de una compañía un hecho mucho menos doloroso.
Graham tiene 44 años de edad y posee la combinación, con frecuencia hallada en empresarios, de una extrema inteligencia y un toque de arrogancia. Él posee un doctorado en ciencias de la computación y muchos años de entrenamiento formal como artista visual. Antes de iniciar Y Combinator fundó Viaweb, una compañía punto com de software que ayudaba a minoristas a vender online; ésta fue adquirida por Yahoo! en 1998 por US$49 millones.
Tras su partida de Yahoo!, Graham ganó prestigio como ensayista, como creador de un nuevo lenguaje de programación y como el sujeto que inventó el filtro de spam tal como lo conocemos. En la actualidad, él funda más start-ups en tan sólo un año que lo que un típico capitalista de riesgo respalda en una década.
Es demasiado pronto decir con seguridad cuán exitoso será Y Combinator. Los inversionistas de fase inicial esperan un retorno dentro de cinco a diez años; si Y Combinator ha ciertamente financiado el próximo Google, podría transcurrir una década antes de que alguien se entere. Aun así, los resultados hasta ahora son impresionantes.
De las 145 compañías que ha fundado Graham, siete han sido adquiridas y dos se han fusionado con otras start-ups de Y Combinator. Apenas 27 de ellas –menos del 20% de la cantidad total– han fallado y el resto continúa operando.
Una rápida encuesta de actividad de las start-ups en Silicon Valley revela docenas de las crías de Graham –compañías al rojo vivo como Scribd, Xobni y Loopt. Entretanto, fondos moldeados por Y Combinator han surgido en una docena de ciudades estadounidenses, incluyendo a Boulder, Colorado; la ciudad de Nueva York; Londres; y Greenville en Carolina del Sur.
A Y Combinator ya se le puede atribuir la creación de 500 empleos, una cifra que probablemente crecerá rápido mientras las start-ups, muchas de las cuales tienen menos de dos años, maduren.
Fuente Original: Inc Magazine