Seguramente usted -como la mayoría de los líderes- gusta de tener en su equipo solo subordinados que actúan bien y de acuerdo a sus reglas. Aquellos que no traen malas
noticias y que hacen de nuestro trabajo como una salida de pic-nic.
Sin embargo, en ocasiones, el control de calidad se ablanda y se integran al equipo personajes que distan mucho de lo que se necesita pata que todo marche bien.
Habrá quien diga que esto se soluciona despidiendo al empleado, pero ¿Qué pasa si esto -por alguna circunstancia especial- no se puede hacer?
Pues bien, para
obtener el máximo rendimiento de alguien que no es de su agrado siga estos sencillos consejos:
- Aprenda a manejar su frustración. No deje que su "mal" lo programe al disgusto. Todo el mundo quiere que su jefe ande bien, y si no es así podrían suponer
que tiene que ver con su rendimiento. Permanezca justo,
imparcial y sereno.
- Revise su parcialidad. Si usted está teniendo problemas para
ser justo, busque el consejo de otro gerente que esté familiarizado con el
trabajo del empleado. Pregunte si su evaluación coincide con la suya.
- Mantenga la mente abierta. Podría ayudar el pasar más tiempo
con el empleado problema, o colaborar con el en una tarea
difícil. Recuerda que las perspectivas pueden cambiar, y su empleado favorito de hoy mañana podría ya no serlo.