Abraham Lincoln siempre gustaba de salir airoso de una negociación. Y para ello, acostumbraba -antes de cada entrevista- dedicarle, al menos, el 65% de su tiempo en pensar lo que la otra parte quería obtener. Su premisa era: “Para negociar, es prioritario conocer las necesidades de la otra parte para saber manejarlo".
Sin embargo, y a pesar de que la historia ayuda al respecto, se siguen cometiendo los mismos errores una y otra vez, manteniendo la infantil esperanza de que ahora sí se obtengan buenos resultados.
Si bien muchos de los errores que se cometen son debido a las falacias existentes en el ámbito de la negociación, bueno seria saber lo que los expertos consideran como una mentira en el arte de negociar: