No todos los jefes están abiertos al dialogo. Y los que si lo están nunca tienen tiempo para una reunión.
Hay quienes mantienen una comunicación restringida o limitada, seguramente debido a las múltiples tareas que desempeña. Y otros no son partidarios de platicar con los subordinados argumentando que se pierde jerarquía.
Cuando esto suceda, y sea necesario e imperante hablar con el jefe, siga estas sencillas recomendaciones: