La humildad para reconocer errores es uno de los elementos imprescindibles en un buen gerente. El pensar que se es "producto terminado" y hacer a un lado los paradigmas le puede costar muy caro a quien tiene un puesto directivo, gerencial o de jefatura.
El Rey Midas es una bonita leyenda, pero querer emularlo es ridículo y hasta me atrevo a decir: una locura.
Hace unos días, leyendo uno de mis blogs favoritos, me encontré con un excelente articulo que analizaba -desde el punto de vista de negocios- el fracaso de la selección de fútbol de Brasil, por su atinada perspectiva, y con permiso de su autor (Ali Manrique) lo transcribo a continuación: