Recordaba en días pasados el caso de una persona de bajo perfil que por azares de la vida le fue dada la responsabilidad de una jefatura de departamento.
Todos esperábamos que continuara con su manera de ser: sencillo, humilde, respetuoso de sus compañeros, acatador -sin discutir- de ordenes, enemigo de las mentiras, en fin, el clásico modelo del empleado perfecto.
Pero Oh Sorpresa! resulto que una vez que se dió cuenta de que él era el que mandaba, cambio radicalmente. Por desgracia para él -y beneficio de sus compañeros y la empresa en sí- fue removido de su cargo desapareciendo del ambiente laboral sin saber nada mas de él.
No cabe duda de que el poder envilece y transforma a las personas, y mas cuando estas no estan preparadas para tenerlo.
Y es ahí donde me queda la melancolía de no haberme acercado oportunamente y decirle: ¿En verdad quieres ser un buen jefe? sigue los siguientes consejos: