Hay quien dice que el
estrés es una enfermedad moderna. Que nuestros ancestros nunca la padecieron
porque el mundo en el que vivían era de extrema calma.
No había que levantarse
temprano, ni llevar a los niños al colegio y mucho menos manejar entre un
trafico intenso para llegar a tiempo al trabajo.
Si bien esas actividades
que ahora nos estresan no existían, ¿quién nos dice que no se preocupaban por
alimentarnos, vestirnos y darnos educación que -tal vez- ellos no tuvieron? El
estrés siempre ha existido, de una u otra forma pero ahí ha estado siempre.
Y es que, en una
definición sencilla, el estrés vendría a ser “todo aquello que tenemos que
hacer y no tenemos tiempo para ello”.
Ahora bien, si en otros
tiempos no era tan evidente esta “enfermedad” seguramente esto era por dos
razones: Lo sabían ocultar muy bien, o lo usaban a su favor manejándolo para
lograr el éxito.
Usted se preguntará
¿Cómo que lo usaban a su favor? Así es,
en aquellos días, aunque usted no lo crea, se tenían grandes ideas sobre cómo
manejar el estrés o mas comúnmente llamada “presión”. Y lo veían como un aliado
para mejorar en lo personal. Con el argumento de que es realmente necesario
para crecer, aprender y lograr un alto rendimiento, no lo veían como una
enfermedad, sino como una oportunidad para madurar como persona. Su pensamiento
era: “No se puede desarrollar la fuerza mental, sin desafiarse a sí mismo”.
Entonces ¿porque se
supone que debemos evitar -o eliminar- el estrés (lo cual es imposible por
cierto), porque no es bueno para nuestros cuerpos?
Pues bien, eso no es
cierto. Desde el hombre de las cavernas podemos traer el ejemplo del cazador
que fue capaz de manejar el estrés y convertirlo en un comportamiento de alto rendimiento
-que le permitía obtener la mayor cantidad de alimentos- organizando un equipo
para conseguirlos. Ahora, a eso, se le da por llamarle liderazgo. Si, el estrés transformo a una persona en
lider.
Por lo tanto, sólo
porque tenemos la tensión diaria en nuestra vida, no quiere decir que eso tiene
que ser debilitante o conducirnos a una enfermedad mas grave que, al
final, acabe con nuestros cuerpos.
A continuación se
presentan tres sencillas -y prácticas- estrategias para canalizar el estrés en
alto rendimiento y, consecuentemente, conseguir el éxito deseado:
Control de la respiración. La respiración se ha convertido en una función inconsciente para la mayoría de la gente. Para lograr su control, concéntrese en ella. Baje la velocidad, respire profundo, utilice toda la capacidad de sus pulmones y use el diafragma. Cuando sienta que el estrés lo está agobiando, utilice este recurso: En un ambiente de calma, realice una inhalación de cuatro segundos, conténgala cuatro segundos mas, y luego exhale también en cuatro cargos. Repítalo cuantas veces sea necesario.
Divida su meta en objetivos cortos. Cuando se está en una situación estresante por cumplir con una tarea, dividir el objetivo en metas cortas suele una manera de diluir la presión. Cada vez que llega al objetivo sentirá un reconfrontable aliciente para seguir adelante. Muy pronto eliminará el miedo y la ansiedad que rodea a la meta más grande. El hecho de conseguir pequeñas victorias que a su vez lo llevarán hacia el final del juego tiene un efecto muy poderoso en la fortaleza mental y sus respuestas al estrés.
Visualice el éxito al alcanzar la meta. Use su mente creativa para visualizarse con éxito, poderoso, como un líder, saludable, como se quiere ser. La visualización es una herramienta útil para practicar las habilidades. Su cuerpo, fisiológicamente, sólo hace una sutil distinción entre la práctica de una habilidad en su mente frente a la utilización de su cuerpo en la realidad. Si usted practica y domina estas habilidades en su mente, esto tendrá un efecto similar como si estuviera practicando en el mundo real.