Según Anne Cummings, profesora de gerencia de Wharton, la biología no determina por entero los asuntos relacionados con el género, pues hay hombres femeninos y mujeres masculinas. “Creo que la cultura ejerce una gran influencia sobre cómo se desarrolla el liderazgo femenino”, señala. “Hoy en día vemos con mayor frecuencia cómo las mujeres adoptan un estilo muy masculino”, concluye.
Pero, ¿qué es exactamente un estilo masculino? De acuerdo con Cummings, los hombres tienden a preocuparse más por las tareas, mientras que las mujeres se preocupan más por las relaciones interpersonales.
Por tanto, un estilo masculino significa ser asertivo, mientras que un estilo femenino significa ser más “democrático”. Además, los hombres tienden a arriesgarse más intelectualmente y tienen una mayor autoestima, mientras que las mujeres son más eficientes al momento de resolver problemas.
Claro está, señala Cummings, el comportamiento es un continuum. “La mayoría de nosotros tiene una variedad de estilos”. Por lo general, la gente tiende a ser más femenina que masculina. Así pues, muchas veces entra en juego el problema de la coherencia de los roles, en el que se espera que una persona actúe de acuerdo con su género.
Cuando alguien no satisface dicha expectativa, no será percibido como un buen líder, independientemente de su efectividad.
“Tanto hombres como mujeres son capaces de hacer las mismas cosas, pero cuando ambos actúan asertóricamente, las mujeres son consideradas menos efectivas”. De hecho, ciertos estudios demuestran que los líderes masculinos que emergen en condiciones de laboratorio tienden a ser considerados más efectivos que los líderes femeninos. “Esto es lo curioso: hombres y mujeres puede presentar los mismos resultados y logros, y la percepción de su efectividad es diferente”.
Fuente Original: Knowledgetoday.wharton.upenn.edu/