Algunos líderes están reprimiendo la innovación, cada vez que exigen pruebas de que una nueva idea funcionará en sus empresas. Para muchas compañías, la innovación está constituida de ideas fantasiosas y peligrosas no adaptadas a la realidad, por lo que es frenada con la palabra más letal en los negocios: “pruébalo”.
Cuando se enfrentan con una nueva idea, el impulso de los miembros de la directiva es pedir pruebas de forma deductiva o inductiva.
Con la deducción, se aplica una regla generalizada. Con la inducción, se desarrolla una nueva regla a partir de una amplia gama de datos. En ambos casos, se usa la información existente para comprender el asunto en cuestionamiento.
Sin embargo, no existe una norma o un conjunto de datos pasados que garantice una certeza, por lo que exigir una prueba es lo mismo que alejar la innovación.
Hay una mejor manera de reaccionar ante una lluvia de ideas. Es posible recurrir a una tercera forma de la lógica: el razonamiento abductivo, es decir, la lógica de lo que podría ser. Para usar abducciones, es necesario reunir de forma creativa diversas experiencias y bites de datos que parezcan relevantes con el propósito de hacer una inferencia lógica y llegar a la mejor conclusión posible.
Imaginar lo que podría ser verdad y saltar hacia lo desconocido son dos pasos fundamentales para la innovación. Impulsar las ideas que funcionan, en lugar de acabar con ellas, puede ser la parte más difícil de este proceso. Pero, una vez que una empresa supera este obstáculo, es posible aprovechar todos estos esfuerzos para tener la prueba de que los líderes dependen de actitudes como asumir compromisos y convertir el futuro en realidad.
Fuente Original: Business Week Magazine