Cuando
alguien va a iniciar un negocio, además de pensar que tiene la idea de oro, le
nace una fuerte tentación de tomar decisiones tan solo para el corto plazo,
dejando de lado los desafíos que vendrán en el largo plazo.
Que
los proveedores, los clientes, el local, las estrategias de ventas, de compras,
del manejo del negocio; todo esto para
el corto plazo. Y muchos piensan -o han
pensado- que las situaciones a largo plazo “se verán en su momento, cuando se
presenten”. Pensar de esta manera acarrea el riesgo de que en ese momento, tal
vez ya sea demasiado tarde.
Hay
tres cosas fundamentales que se deben considerar en el momento de planear el
emprendimiento de un negocio:
Los
co-fundadores. Existe una inclinación natural a invitar a co-fundar a algún
familiar o amigo. Sin embargo, es importante pensar que la gente cambia ante el
éxito económico y esas buenas relaciones actuales, con el tiempo, pueden cambiar
y volverse tensas. Busque socios que aporten conocimientos o bienes complementarios
que nunca le den el liderazgo de la organización.
Roles.
La mayoría de los fundadores quieren un título de primer nivel: Director
General, después de todo, ellos estaban allí desde el principio y además fue su
idea. Elija un puesto que se refleje en el trabajo real de cada fundador, no el
título de fantasía que quiere mostrar ante los demás y que luego se puede
voltear en su contra.
Recompensas.
Una de las cuestiones más importantes para la creación de empresas es cómo
dividir la participación accionaria. Un equilibrado 50/50 no va a ser lo mas
inteligente. Casi todas las empresas nuevas se están asesorando legalmente
previendo cambios en la estrategia o la participación del líder fundador.
Negocie un acuerdo que pueda cambiar cuando las circunstancias lo ameriten.
No es bueno creer que siempre todo será color de
rosa. Aquí no habrá cama para reconciliarse ni mandatos divinos de respeto y veneración.
Aquí, el dinero manda.