Formar un equipo puede ser -para algunos- relativamente fácil. Seleccionar a los elementos idóneos, que reunan las características necesarias, solo es cuestión de tener paciencia. No se puede acelerar el proceso de selección argumentando carencia de tiempo.
Una vez que se ha encontrado al personal adecuado -elemento por elemento- el siguiente paso es hacerlo funcionar en concordancia total, es decir entre unos y otros.
Pero cuidado, contrariamente a la creencia popular, los equipos no siempre son lo mejor para realizar un trabajo.
Combinar el talento de todos es tan difícil que inclusive puede ocasionar problemas con la coordinación, la competencia y la motivación entre ellos. Puede inmovilizar hasta el equipo más bien diseñado y gestionado por expertos.
Aquí hay tres maneras de dar a su equipo la mejor oportunidad de éxito:
Designar a un negativista. El pensamiento grupal es un subproducto peligroso del trabajo en equipo. Pídele a alguien del grupo que realice el papel de abogado del diablo y desafíe las estrategias a seguir para estar seguro que las ideas seleccionadas son las mas adecuadas para la consecución de resultados.
Evite equipos de dos dígitos. Los equipos deben ser lo más pequeño posible. Entre mas compacto, mas efectivo. No es recomendable tener un equipo de más de nueve personas.
Mantener al equipo unido. Evitar el intercambio de miembros con otros departamentos. Los equipos bien establecidos funcionan mejor que aquellos cuya composición cambia con frecuencia. La rotación no es recomendable.
Ante todo siempre sera un punto a su favor contar con alguien de plena confianza entre los elementos del grupo. Alguien que le esté confirmando de la acertividad de sus ideas en el equipo y de las inquietudes de los demás.
