El crecimiento mundial y el comercio entre las naciones no ocurren solos. Se requieren sistemas y mecanismos para establecer relaciones comerciales viables.
En efecto, una de las realidades de la globalización es que los países son interdependientes, es decir, que lo que ocurre en uno, repercute en los demás, sea positivo o negativo. Por ejemplo la grave crisis económica de Asia de finales de la década de 1990 pudo haber trastornado el crecimiento económico en todo el mundo y haber originado una recesión, pero no lo hizo. ¿Por qué? Porque había mecanismos para impedirlo, mecanismos que fomentaron el comercio mundial y evitaron la crisis. Uno de los mecanismos más importantes es el sistema multilateral llamado Organización Mundial del Comercio (OMC).
La OMC se formó en 1995, como evolución del Acuerdo General sobre Aranceles y Tarifas (GATT), acuerdo que esta vigente desde la segunda guerra mundial. En la actualidad, la OMC es la única organización mundial que se ocupa de las reglas del comercio entre las naciones.
Hasta el 4 de abril del 2003 estaba formado por 146 países. Comprenden su núcleo varios acuerdos comerciales, negociados y ratificados por la vasta mayoría de las naciones que comercian en el mundo.
El objetivo de la OMC es ayudar a las empresas (importadoras y exportadoras a realizar sus negocios. Aunque críticos ruidos han escenificado protestas visibles y han apelado a la organización, afirmando que acaba con los trabajos y con el ambiente natural, la OMC cumple con una función importante de vigilancia y promoción del comercio mundial.