Quienes tienen información tienen poder. Como la información da poder, está en la naturaleza humana querer guardarla. Acaparar conocimientos es un hábito de trabajo difícil de romper. De hecho, es una actitud que aun caracteriza a muchas empresas. En cambio, en una organización que aprende, se le pide a la gente que comparta la información.
Hacer que la gente comparta lo que sabe puede ser una de las principales dificultades de los gerentes. Al respecto bien podríamos hacernos las siguientes preguntas:
-¿Es ético pedirles a las personas que compartan una información que obtuvieron con mucho esfuerzo?
-¿Qué pasa si las evaluaciones de desempeño se basan en la calidad del trabajo de los individuos y esta depende de los conocimientos especiales que poseen?
-¿Es ético pedirles que compartan esa información?
-¿Qué implicaciones éticas son inherentes a la creación de un ambiente organizativo en el que se fomente la difusión del aprendizaje y los conocimientos?
Seguramente, cada quien tendrá “su” verdad al contestar estas preguntas, pero de lo que no tenemos la menor duda es que, las respuestas, serian dependiendo del cristal con que se miren.