Esta historia para reflexionar, pasó hace ya unos años. El gran pintor Picasso estaba cenando en un restaurante afamado y recibió la amable visita de una mujer, la cual tras acercarle un papel le pidió un dibujo para su hijo.
El genial pintor, utilizó su talento y conocimientos y en menos de un minuto acabó un dibujo, satisfaciendo el encargo que había recibido. El pintor alargó el brazo con el dibujo a la señora y le comentó con total naturalidad: son 50.000 pesetas.
La mujer le respondió medio incrédula: Oiga, como pretende cobrarme esa cantidad si solamente ha tardado un minuto en realizar el dibujo. – Es que me ha costado cuarenta años aprender y dominar la técnica para poderlo hacer.
Muchas veces cuando presupuestamos trabajos para clientes, cometemos el error de mirar más al reloj que al verdadero valor añadido que nuestros conocimientos pueden aportar al cliente y que nuestro esfuerzo nos ha costado conseguir.