Puedes
ser toda la vida una persona recta, honesta, cumplidora en el trabajo y con una
clara visión al servicio y en un momento inesperado, por falta de sentido común
perderlo todo.
Así
es, el sentido común en una organización si bien es de difícil aplicación porque
se usa para hacer lo justo en el momento preciso también puede ser la pauta
para romper las reglas y hacer que las conductas de los empleados sean -en ocasiones- viserares.
Tal
es el caso de Jan Sullivan, una ahora ex
empleada de Walmart de 73 años de edad que por una mala decisión su vida cambio
dramáticamente para mal.
Su
historia es contada por John Cox Woodrow en el Times de Tampa Bay en donde se
describe el incidente que motivo el despido de esta “asociada” con 22 años de antigüedad
en Wal-Mar.
Todo
sucedió durante un día de ventas especiales del “Día de acción de gracias”. Ella
que por lo regular atendía en el área de deportes, en esa ocasión, por el
volumen excesivo de clientes, fue asignada como portera en la entrada de la
tienda para que la gente no saliera por ahí.
Jan comenta: "Una mujer de 40 y tantos
años en pantalones vaqueros y un suéter holgado quería, exigió, salir por esa entrada. Después de una discusión
breve, la mujer me empujó. Pensé que estaba cayendo, por lo que extendí mi mano
y agarré el suéter de la mujer. Después de eso, la mujer salió por la entrada y
nunca la volví a ver. "
Tres
días después, Sullivan fue despedida. Ella había violado la política de empresa
que prohíbe al personal tener contacto físico con los clientes bajo ninguna
circunstancia.
Desde
ese momento, su vida se arruinó:
- Su
solicitud de beneficios le fue negada y perdió la apelación, porque ella fue
despedida por "mala conducta".
- Debe
miles de dólares en su tarjeta de crédito.
- Ha
solicitado decenas de puestos de
trabajo, pero nadie quiere contratar a una persona de 73 años de edad.
- Tuvo
que vender su casa y ahora vive en un remolque
Todo
por haber violado la regla de no tocar "bajo ninguna circunstancia" a los clientes
Por
su lado Wal-mart, el minorista con más de 2 millones de empleados en todo el
mundo, se defiende argumentando que tiene que tener políticas estrictas para
mantener a sus “asociados” bajo control.
"Independientemente
de sus intenciones, sus acciones ponen su propia seguridad y, posiblemente, la
seguridad de un cliente en peligro", dijo un portavoz de Wal-Mart al
Times. "No podemos tolerar un comportamiento donde los empleados tomar el
asunto en sus propias manos."
Pero
¿en qué momento, en su caso, el sentido común debe anular la política?
Esta
historia de Jan Sullivan bien puede tomarse como una advertencia. Cualquier
empleado -en cualquier momento- puede ponerse en alguna situación difícil, la
cual, si no es atendida con sentido común, puede hacer que su mundo, construido a lo largo de varios años, de pronto se derrumbe.