No es No,... y hay una sola manera de decirlo: No. Sin admiración, sin interrogantes, ni puntos suspensivos. No: se dice de una sola manera. Es corto rápido, monocorde, sobrio y escueto.
No: se dice una sola vez. Con la misma entonación. Un No que necesita de una larga caminata o una reflexión en el jardín no es No. Un No que necesita de explicaciones justificadoras, no es No.
No, tiene brevedad. No: No deja puertas abiertas ni entrampa con esperanzas. Ni puede dejar de ser.
No, aunque el otro y el mundo se pongan patas arriba. No, es el último acto de dignidad. No, es el fin de un libro, sin más capítulos ni segundas partes.
No, no se dice por carta, ni se dice con silencios, ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha, ni mirando hacia otro lado, ni con símbolos devueltos, ni con pena, aún menos con satisfacción.
No, es No.... Cuándo el No es No, se mirará a los ojos y el No se descolgará naturalmente de los labios. La voz del No, no es trémula, vacilante, ni agresiva, no deja lugar a dudas. Ese No, no es una negación del pasado, es una corrección al futuro. Y sólo quién sabe decir No, puede decir Si.
Alguna vez te pusiste a pensar cuan disponible tenes la declaración del NO cuando queres decir que NO? ¿Cuántas veces decis que SI queriendo decir que NO? ¿Cuál es el precio que pagas por ello?
La declaración del No tiene que ver con nuestra capacidad de poner límites, define el respeto que nos tenemos a nosotros mismos y el que vamos a exigir que los demás tengan por nosotros.
Es una de las declaraciones fundamentales que juegan un papel decisivo en la construcción de relaciones interpersonales que funcionen.
Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento
Eleanor Roosevelt