Hay una diferencia entre los líderes que ejercen una agresiva presión por obtener resultados y verdaderos matones que utilizan el miedo y la intimidación para conseguir lo que quieren. Cualquier empresa –grande, mediana o pequeña- no debe permitir esto último. Estos “terroristas administrativos” son costosos en términos de productividad y el impacto emocional.
He aquí cómo discernir la diferencia entre un gerente que presiona y un siniestro matón que hace hasta lo indebido para conseguir sus objetivos:
• Confrontar. Realizar reuniones improvisadas con el agresor y las supuestas víctimas a fin de obtener pruebas de manera rápida y concisa. Hacer estas reuniones sin avisar con anticipación, para asegurarse de obtener la historia verdadera.
• Analizar y presentar. Use un marco externo (otros departamentos) para evaluar si se trata de un verdadero caso de acoso laboral. Documentar debidamente la evidencia en lugar de confiar en rumores.
• Exponer. Dado que los matones suelen usar el temor como consecuencia de la denuncia, es fundamental demostrar su comportamiento represivo hacia los empleados, apoyándose en referencias personales, tanto del matón como de sus victimas.
Una vez que se haya determinado la veracidad de las acciones de represión lo conveniente es hacer algo al respecto, ya que los denunciantes podrían verse afectados con su despido o mayores medidas represivas. Lo recomendable para eliminar de tajo este tipo de comportamientos es quitarle su poder al matón.
