En un estudio del Dr. Daniel Goleman sobre los factores que frecuentemente perjudican el desempeño de los ejecutivos, unos investigadores encontraron una clave en sus incompetencias emocionales. Los líderes inafectivos carecían de:
a) flexibilidad: eran incapaces de adaptar su estilo a los cambios en la cultura organizacional, o eran incapaces de cambiar en respuesta al feedback. No eran permeables a escuchar o aprender.
b) vínculos: eran demasiado críticos, insensibles o exigentes y alineaban a quienes trabajaban con ellos. No sabían establecer lazos genuinos.
c) auto-control: tenían poca capacidad para trabajar bajo presión y tendían al aislamiento o los estallidos de ira. Perdían la compostura, la calma y la confianza en situaciones de crisis o estrés.
d) responsabilidad: reaccionaban frente al fracaso y las criticas en forma defensiva, negando, escondiendo o culpando a otros. No se hacían cargo de sus errores, ni de corregirlos.
e) generosidad: eran demasiado ambiciosos, dispuestos a ganar ventajas a expensas de los demás. No mostraban integridad ni prestaban atención a las necesidades de sus subordinados y colegas. Solamente les interesaba impresionar al jefe.
f) habilidades sociales: no demostraban empatía ni sensibilidad. Usualmente eran cáusticos, arrogantes y propensos a intimidar a sus subordinados. Eran engañosos y manipuladores.
g) respeto y cooperación: eran incapaces de construir una red de relaciones de colaboración mutuamente beneficiosas. Erradicaban la diversidad, buscando solo homogenizar al grupo.
Estos desvíos laborales y empresariales tienen causas emocionales. La educación formal solo se enfoca en las competencias intelectuales. Pero aquellos que se concentran exclusivamente en las habilidades técnicas suelen convertirse, de manera paradójica, en incompetentes emocionales.