miércoles, 24 de marzo de 2010

Grecia: como los negociantes de bonos la dejaron en ruinas

Los inversores y comerciantes del mercado global de bonos (que seducen a las naciones para que aprovechen el crédito abundante a bajas tasas, cuando los tiempos son buenos) se convierten de repente en los inspectores que castigan a un país que haya tomado demasiado prestado y no haya cumplido.

Grecia cayó en esa trampa. Obtuvo préstamos con intereses reducidos, bajo la promesa de actuar con responsabilidad y mantener controlado su déficit presupuestario. Luego, el país fue admitido en la zona de moneda única en 2001.

Pero Grecia mantuvo el gasto y, hoy en día, su deuda alcanza el 125% del producto interno bruto, más del doble del límite máximo determinado por la UE. Europa ahora se encuentra bajo la presión de rescatar a los griegos del peor desastre para el euro desde su lanzamiento como moneda única.

A Grecia y a la UE no le quedan buenas opciones, pues los griegos difícilmente podrán sobreponerse a esta situación por cuenta propia. Los inversores han concluido que Grecia necesita asistencia externa para evitar el incumplimiento.

Pero si la UE se niega a ayudar, el gobierno griego podría incumplir con el pago de us$26 mil millones previsto para esta primavera. Por otro lado, la asistencia tampoco es una gran decisión. Si la UE ayuda a Grecia, luego Portugal y España, cuyas finanzas están apenas más fuertes, podrían solicitar una ayuda similar.

Además, eso podría causar resentimiento en los países más ricos de Europa como Alemania y Francia. Y lo peor sería que cuestionaría la credibilidad del rigor fiscal de la UE.

Algunas autoridades europeas parecieran inclinarse por un plan de compromiso que ayude a Grecia, pero con condiciones tan severas que ningún otro país desearía llegar a un acuerdo parecido. Sin embargo, el gobierno griego aún considera que puede arreglárselas solo, a pesar de que los inversores tengan serias dudas al respecto.

Algunos economistas tienen esperanzas aún, pues las encuestas más recientes señalan que grandes mayorías apoyan el plan de austeridad del gobierno para recortar los gastos y aumentar los impuestos.

Aunque Grecia muestre una disfunción financiera de manera excepcional, cualquier país con grandes deudas crediticias puede aprender una lección de la experiencia griega: el mercado de bonos es traicionero y peligroso. Ni Grecia ni la UE estarían en esta situación sin salida, si hubiesen seguido sus propias reglas desde el comienzo.

La flexibilidad muchas veces es maravillosa, pero si un país no se disciplina a sí mismo, estará obligado a ser disciplinado por el mercado de bonos. Y eso es mucho más doloroso.



Fuente Original: Business Week Magazine
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