Actualmente, todo se encuentra en una constante transformación. Nos mantenemos en un vertiginoso ritmo de crecimiento y de desarrollo a nivel global. La tecnología y la ciencia van haciendo que el progreso sea acelerado y que los cambios se den constantemente, en algunas ocasiones más de lo esperado.
Viendo esto desde la óptica económica nos podremos dar cuenta que la globalización nos lleva mas a marginar a los mas débiles y aumentar el número de los pobres que a buscar una unidad entre la gente para salir adelante. Sugerir detener, por esta tendencia, a la globalización seria cosa de tontos; pero el no intentar promover la justicia y la equidad, el quedarnos con los brazos cruzados y ver como suceden las cosas, seria, hasta cierto punto, inmoral.
La falta de ética entre algunos profesionales y el no querer ver que uno de los males del capitalismo es poner al lucro por encima de las personas -y consecuentemente hacerlas victimas de injusticias-, hace que cualquier modelo de desarrollo que no afronte con decisiones esas situaciones, no podrá prosperar de ningún modo.
Para lograr que tanta pobreza entre tanta riqueza pueda superarse es necesario basar la economía en la ética. Esto no debe verse como una utopía sino como algo que lo exige el entorno. Bien lo dice Amartya Sen, Nobel en Economía: “Los valores éticos de los empresarios y los profesionistas de un país son parte de sus recursos productivos”.
Cuando la ética de los negocios no se aplica, esto, tiene graves consecuencias. Para mejor ejemplo se tiene el caso de Enron. Una exitosa empresa que llegó a estar entre las primeras diez más grandes de los Estados Unidos, con poco más de veinte mil personas en su plantilla de empleados.
Después de una revisión, por parte de las autoridades, se puso en evidencia que sus estados financieros se habían falseado elevando sus utilidades y ocultando adeudos por más de 1,000 millones de dólares. Lo anterior ocasionó que en diciembre del 2001 esta empresa se declarara en bancarrota.
Como consecuencia, este derrumbe de la compañía, acarreó perdidas que sobrepasaron los 60,000 millones de dólares a miles de inversionistas y originó que más de cinco mil trabajadores perdieran sus empleos y sus fondos de pensiones. A finales del 2006, Kenneth Lay, quien fuera presidente y director general fue declarado culpable de fraude y conspiración y condenado a 24 anos de prisión. El Juez al dictar la sentencia, afirmó lo siguiente: “Sus crímenes han impuesto a cientos, si no es que a miles de victimas, a una condena perpetua en la pobreza”. Bien podría haber quedado como epitafio en su tumba al morir en julio del 2006.
Ante esto la pregunta que se viene a la mente seria: ¿en qué se falló? Si la empresa tenia como política contratar solo a los mejore profesionistas egresados de las mejores escuelas de negocios de los Estados Unidos; su retribución económica era de las mejores a nivel nacional. Pero entonces, ¿Qué pasó? Sin lugar a dudas lo que sucedió fue una entera falta de ética desde la dirección general que cayo como cascada a los ejecutivos estratégicos que solaparon el fraude, dicho en otras palabras, la organización carecía de ética.
El que se ponga poco -o ningún- interés en la formación ética de los estudiantes es evidente; si lo llegan a hacer es por cumplir con un requisito impuesto por el sistema educativo, esto hace que la enseñanza de esta importante materia sea poca o superficial poniendo mas interés en que se aprenda la idea de ganar dinero.