Las normas contables y fiscales, en general, no contemplan la posibilidad de depreciar los terrenos, pero no se explica el porque de esta situación ya que dan por hecho el que el sentido común lo justifique.
Bien, la razón por la que no se deprecian los terrenos, se debe que la depreciación no es otra cosa que el reconocimiento del desgate que sufre todo activo por su uso, y la ley ha supuesto que los terrenos no se desgastan por el hecho de ser utilizados.
Se supone que el área de un terreno será siempre la misma sin importar cuánto se utilice, lo que generalmente es correcto, aunque pueden existir algunas excepciones.
Ya sabemos que el suelo donde está construido un centro comercial, será el mismo aunque pasen muchos años, por lo tanto no es correcto depreciarlo.
Sin embargo, en algunos casos - dependiendo el uso que se le de - los terrenos si se deterioran, como es el caso de los terrenos dedicados a la agricultura, que debido a su continuo uso y por la erosión, terminan inservibles, o para poder ser utilizados requieren grandes inversiones para su recuperación, lo cual supondría la necesidad de reconocer ese inevitable desgaste sufrido con el paso del tiempo.
Igual sucede con los terrenos que por efectos de una inundación o deslizamiento, literalmente desaparecen. No son pocas las veces que la crecida de un río destruye los terrenos aledaños a su caudal, lo que implica su desaparición, aunque en este caso técnicamente no sería una depreciación sino una pérdida o destrucción por caso fortuito o fuerza mayor.