Se llama Activos Fijos - o Propiedades, planta y equipo - a los recursos permanentes o de vida prolongada que posee y utiliza físicamente una empresa. En cierto sentido los activos fijos son una especie de gasto diferido a largo plazo. Sin embargo, debido a su naturaleza y larga vida, se tratan por separado de otros gastos diferidos, como los insumos y seguros pagados por anticipado.
Los activos fijos de una empresa incluyen, entre otros, equipo de oficina que se usa de una manera muy similar a los insumos para generar ingresos. Sin embargo, difieren de los insumos en que no ocurre reducción visible de la cantidad de equipo. En cambio, con el paso del tiempo, el equipo pierde su capacidad para brindar servicios útiles. Esta disminución de su utilidad se conoce como depreciación.
Todos los activos fijos, a excepción de los terrenos, pierden su utilidad. La disminución en la utilidad de los activos usados para generar ingresos se registran como un gasto. No obstante es difícil medir estas disminuciones de los activos fijos. Es por ello que una parte de su costo se registra como gasto en cada año de su vida útil. A este gasto periódico se le llama gasto de depreciación.
El asiento de ajuste para registrar la depreciación es similar al que se emplea para los insumos utilizados. La cuenta a la que se carga es una cuenta de gasto de depreciación, sin embargo no se registra el abono en la cuenta del activo correspondiente y eso se debe a que el costo original del activo y la cantidad de depreciación registrada desde su adquisición generalmente se presentan en el balance general. El abono se aplica a una cuenta de depreciación acumulada.
Son contra-cuentas o cuentas complementarias de activo las cuentas de depreciación acumulada, debido a que se deducen de las cuentas de activo respectivas en el balance general.