Una cadena de supermercados francesa puso a prueba un sistema biométrico a través del cuál, un grupo de 1.500 voluntarios en el norte de Francia, pagó sus compras mediante el escaneo de sus huellas dactilares en lugar de utilizar tarjetas de crédito.
El intercambio de datos entre la tarjeta de crédito y el lector de huellas digitales se realiza cuando el cliente coloca su mano en el escáner, siempre y cuando el lector se encuentre a dos metros de distancia de la tarjeta de crédito.