En 1914, la fábrica de Thomas Edison en New Jersey quedó literalmente destruida por un incendio.
El seguro del edificio no alcanzaba a cubrir ni el 10% de los daños, porque estaba hecho de cemento, considerado a prueba de fuego.
Gran parte de la vida y el trabajo de Edison se hicieron humo y cenizas aquella noche.
En medio del incendio, su hijo Charles lo buscaba frenéticamente. Cuando encontró a su padre mirando serenamente el fuego, con una expresión pensativa, sintió que su corazón se estremecía de dolor. "Tiene 67 años y todo lo que hizo está despareciendo bajo las llamas", pensó
A la mañana siguiente, Edison miró las ruinas y le comentó a su hijo: "Hay un gran valor en el desastre. Todos nuestros errores se consumen en el fuego y desaparecen. Gracias a Dios que podemos comenzar nuevamente."
Un mes después de aquel incendio, Edison presentó en sociedad su primer fonógrafo.
Contamos esta historia como un ejemplo de liderazgo efectivo.
Edison pudo mirar más allá de la catástrofe inmediata y ver algo diferente, positivo.
Ver las cosas de otra manera, con otra actitud -y querer trasmitir esa perspectiva a otras personas- es una de las principales características del buen liderazgo. Edison tuvo su fuego... ya creemos que sí!!!