sábado, 9 de octubre de 2010

Buen padre, mejor jefe. Entrevista Con Natalia Gomez del Pozuelo


El actual ritmo de vida provoca auténticos quebraderos de cabeza para combinar las facetas personal y profesional, y triunfar en ambas. Las largas jornadas laborales parecen incompatibles con una presencia constante en el ámbito familiar, sin embargo, Natalia Gómez del Pozuelo, profesora de ICADE y de la Universidad de Nebrija de Madrid en Comunicación y Dirección de Proyectos In-Company, cree que se pueden combinar ambas facetas para lograr el éxito en cada una de ellas. Por ello, propone en su libro Buen padre, buen jefe utilizar los consejos y fórmulas que utilizamos en el entorno familiar para aplicarlos en nuestra vida profesional y, de igual modo, aplicar las habilidades profesionales y directivas para mejorar la labor como padres. En una entrevista con Universia Knowledge@Wharton, la profesora y consultora de Marketing y Nuevas Tecnologías desgrana esta práctica filosofía.

Universia Knowledge@Wharton: ¿Cómo surge la idea de utilizar sinergias entre vida laboral y personal?

Natalia Gómez del Pozuelo: Se me ocurrió hace dos veranos, en Zahara de los Atunes (al Sur de España). Me había sentado en un bar que se llama la Ballena Verde a mirar el atardecer y a escuchar un concierto de Jazz. Mis cuatro hijos estaban en África con sus primos y yo me puse a escribir anécdotas suyas (lo hago de vez en cuando para luego poder contárselas cuando sean mayores). Escribí en mi cuaderno: “Estoy sentada frente al mar de Zahara, y vosotros en África viendo leones, pero sigo con vosotros y, probablemente, de forma más intensa que cuando estáis aquí, porque ahora no tengo que regañar, ordenar cosas, animar… Y, ese vacío de mi obligación de madre hace que surja la persona que analiza y piensa en vosotros como personas individuales con características propias, y lo primero que me viene a la mente es que debería educaros a cada uno de una forma diferente, pero que parezca igual”. Seguí profundizando en esa idea, y pensé que en realidad sucedía lo mismo con mis colaboradores, y escribí en mi libreta: “Esto sería un buen libro”.

Me acordé además de un comentario que me hacía siempre un amigo sobre cómo debemos intentar que, cualquier cosa que hagamos, nos sirva para varios temas diferentes y pensé que podía combinar las facetas más importantes de mi vida (familia, trabajo y vocación) en un libro que hablara de mi experiencia y de la de muchos amigos y compañeros, para que sumando vivencias y consejos, ayudáramos a otros padres y madres, que también son o serán jefes, a llevar mejor su vida.

En aquel momento, estaba escribiendo una novela, por lo que no empecé hasta un año después. Cuando retomé el tema, hice numerosas entrevistas, me leí decenas de manuales sobre gestión y educación y consulté con varios especialistas hasta que el libro fue tomando forma y el resultado es Buen padre, mejor jefe.

UK@W: ¿En qué faceta es actualmente más difícil triunfar?

Gómez del Pozuelo: Creo que nuestra labor como padres tiene mucha mayor trascendencia ya que en el trabajo somos prescindibles y, para nuestros hijos no, y si nos va mal en un trabajo, nos podemos buscar otro, pero nuestros hijos lo son para siempre.

Por ello creo que es más difícil la labor paternal pero, al mismo tiempo, creo que nos resulta más fácil reflexionar sobre ello y detectar pun­tos de mejora, porque probablemente seamos más modestos, o tal vez más inseguros, en la labor de padres, precisamente por la trascendencia de la misma, y por eso uno se cuestione constantemente. Además, por los hijos se es capaz de renunciar a muchas cosas, entre otras al ego y es una labor más vinculada a los sentimientos. ¿Y no sería bueno, en el trabajo, ser más modestos, rebajar nuestro ego y utilizar más los sentimientos? Por eso he enfocado el libro en mayor medida en las actitudes que tenemos a nivel familiar que pueden ser trasladadas al nivel laboral. Si bien éste es un camino de ida y vuelta porque, al fin y al cabo, las per­sonas somos 'una', aunque a veces manejemos nuestras actividades como compartimentos estancos.

Es interesante reflexionar sobre las dos facetas y formarse cada uno, un criterio propio, adaptarlo a su persona y a su capacidad en función de su carácter y del tiempo de que dispone, y plantearse pequeños cambios asequibles que le ayuden a mejorar su actitud, no en casa o en el trabajo, sino en la vida, que es una.

UK@W:¿Existen diferencias entre el buen padre-buen jefe y la buena madre-buena jefa?

Gómez del Pozuelo: Yo creo que aunque tenemos formas diferentes de gestionar las cosas (tanto en casa como en la oficina) y aunque según varios estudios las madres suelen registrar niveles más elevados de sobrecarga y estrés relacionados con la falta de tiempo, en realidad el que alguien sea buen padre-buen jefe o buena madre-buena jefa depende fundamentalmente de la capacidad que tenga la persona (hombre o mujer) de cuestionarse, de evitar la soberbia y de tener ganas de mejorar.

Si existe ese punto de partida, la persona estará receptiva a las diferentes posibilidades de mejora, a las teorías sobre gestión y liderazgo, a la opinión de sus hijos y colaboradores… y por tanto progresará y obtendrá mejores resultados.

UK@W: ¿Qué le parece la figura del jefe paternalista? ¿Cree que es una figura en boga o en desuso entre las empresas?

Gómez del Pozuelo: Aunque sigue habiendo jefes paternalistas, es una figura que, a mi gusto, no produce buenos resultados y, desde luego, el libro Buen padre, mejor jefe no promueve ese tipo de gestión. Yo creo en el jefe “profesional”, que hace bien su trabajo y saca lo mejor de su equipo, y creo que la verdadera autoridad de una empresa la deberían tener los objetivos.

UK@W: Como contrapunto, ¿es posible ser un gestor permisivo y, a la vez, un cabeza de familia autoritario (y viceversa)?

Gómez del Pozuelo: Es probable que todos conozcamos a ese profesional amable y simpático que en su casa es un poco tirano, o a esa perso­na que es muy autoritaria en el trabajo, pero que en cuan­to está en el entorno familiar, es un trozo de pan, pero yo no creo que eso sea saludable.

Como dice Santiago Álvarez de Mon en su libro No soy superman: 'Si mis distintas realidades se divorcian entre sí, inca­paces de convivir y contribuir a un ser más rico y poliédri­co, la grieta interior pasará una factura carísima', entonces ¿por qué ser diferentes cuando la vida nos permite mejorar en ambos aspectos de forma simultánea? ¿Por qué no aprender y mejorar continuamente y ¡disfrutar de ese aprendizaje!?

Es muy sano pensar en el camino e ir dando algunos pasos que nos acerquen a la mejora deseada, sin que nos ago­bien y nos impidan disfrutar tanto de la paternidad como del trabajo.

UK@W: La idea de que los hijos y subordinados participen en la toma de decisiones, ¿es buena en todos los casos o pueden presentar inconvenientes a la hora de hacer más eficaz la gestión empresarial?

Gómez del Pozuelo: Hay una cita muy interesante de Bonald que dice: 'La razón es la primera autoridad, y la autoridad es la última razón'.

En mi opinión, es un error imponer nuestro criterio solo porque ocupamos una posición (la de jefe o padre) dominante. Si al defender una idea o una decisión tenemos argumentos só­lidos y coherentes, es probable que la decisión sea adecuada, pero si tenemos que recurrir a me­nudo a la frase 'porque lo digo yo', es posible que este­mos equivocados y que debamos dejar que los demás participen más en la toma de decisiones.

Si los padres son demasiado autoritarios, los hijos pue­den tener serias dificultades para adquirir una personali­dad firme y decidida. Por ello, los expertos aconsejan que los niños participen en el establecimiento de los límites. No se trata de dejarles hacer lo que quie­ran, sino de enseñarles a administrar la libertad con res­ponsabilidad y criterio. Por eso, la creatividad y la rebel­día son valores a fomentar y habrá que aceptar las aportaciones de todos para tomar las decisiones. Esto significa que, tanto en la familia como en el trabajo, el liderazgo real es un es­pacio compartido.

En el caso de la empresa, aunque es cierto que los orga­nigramas son algo más planos, todavía hay una importante distancia psicológica entre jefe y su­bordinado, una comunica­ción demasiado jerarquizada y poco debate en la toma de decisiones.

En los cursos de Dirección de Proyectos que imparto en las empresas, utilizo un gráfico que muestra que cuanto menos participa el equipo en una decisión (el jefe ordena y manda), menor grado de compromiso existe con la misma, pero se tarda (obviamente) menos tiempo en tomarla, y cuanto mayor grado de consenso buscamos, hay una mayor implicación por parte de todos en la decisión tomada, pero requiere más tiempo.

Seguimos exigiendo que se respete la autoridad, que­remos gente 'obediente' (al igual que veíamos con los hijos), que no discuta, que acepte nuestro criterio. Pero si basamos las relaciones en la responsabilidad, obten­dremos mejores resultados que si aplicamos un control férreo.

UK@W: ¿Es posible utilizar las mismas herramientas para motivar a los hijos que a los empleados?

Gómez del Pozuelo: Cada persona y, por tanto, cada niño y cada colaborador, es distinta y es única. Si nos dejamos llevar por la idea políticamente correcta de tratarles a todos por igual, les estaremos per­judicando a ellos y a nosotros mismos. Muchos padres tienen la convicción de que tratan a todos sus hijos por igual y de que eso es lo adecuado, pero en realidad no lo están haciendo así, aunque no sean conscientes de ello. Ser padre o jefe puede que tenga precisamente esa condición o esa responsabili­dad, la de tratar a cada persona como necesita para que pueda crecer y evolucionar, aunque eso exija flexibili­dad, pericia, observación y mucho tiempo.

Motivamos a cada uno de nuestros hijos de forma específica: a unos, compartiendo tareas con ellos, a otros, dándoles más responsabilidad, dejándoles coci­nar, con una charla exclusiva, etc. Porque cada uno re­acciona de forma distinta a los estímulos que pueden ofrecer los padres.

Y esto mismo lo deberíamos aplicar en el entorno laboral. Las motivaciones de cada persona del equi­po son muy diferentes. Para unos lo más importante es formarse, tener cada vez más responsabilidad y un equi­po sólido. Para otros, la clave es disponer de las herra­mientas necesarias para llevar a cabo su trabajo de la mejor manera posible y sentirse seguros. Otros necesitan un plan de carrera claro y un proyecto de crecimiento en la empresa...

Aunque el estar bien pagados tiene para todos un cierto peso, en ningún caso es lo más importante, y a través del reconocimiento de las particularidades de cada uno, tendremos un equipo más motivado y, por tanto, un mayor rendimiento.

La clave sería tratar a cada uno según sus necesidades, pero que ellos sientan que les tratas a todos igual, que tienen los mismos derechos y oportunidades.

UK@W: En su libro, habla de un concepto llamado la curiosidad positiva, ¿puede explicar en qué consiste y qué beneficios ofrece tanto en la vida laboral como personal?

Gómez del Pozuelo: Vivimos en una sociedad en la que las cosas cambian cada vez más rápido. La tecnología no consiste solo en los nuevos ‘cachiva­ches’ que utilizamos, sino que cambia profundamente las prácticas sociales y las formas de conocimiento; trans­forma la manera de relacionarnos con nuestros hijos y también la forma de trabajar.

Empecemos por esta última. Las nuevas tecnologías han revolucionado el trabajo y la comunicación. Ahora podemos compartir archivos, acceder a bases de datos de clientes desde cualquier parte, conocer las novedades de la empresa, poner al alcance de todos la información de for­ma inmediata, trabajar en equipo desde puntos distintos del planeta, etc. Lo mismo sucede en casa. Un niño puede estar en la habitación de al lado chateando con un amigo que está a miles de kilómetros y aunque parezca que está con noso­tros, está lejísimos.

El concepto de 'estar físicamente' ya no es el parámetro más importante a tener en cuenta y deja paso a una nueva forma de hacer las cosas, basada en la flexibili­dad, la responsabilidad y la confianza tanto en casa como en el trabajo.

Esta nueva forma de relacionarnos es, por un lado, más fácil, ya que aunque nuestros horarios sean compli­cados, podemos, sin necesidad de presencia física, estar en contacto y mantener una relación personal o laboral fluida e intensa. Pero, para ello, es necesario un 'acompañamiento emocional' basado en la comunicación, el respeto mutuo y la flexibilidad; en el caso de las empre­sas, éstas son cada vez menos burocráticas y el sistema de organización más flexible; ya no es tan importante la per­manencia y los grupos de trabajo se reorganizan constan­temente. Y en las familias, cada vez son más numerosos los casos de organizaciones cambiantes debido a las sepa­raciones, matrimonios posteriores, los hijos de uno, los del otro, las custodias compartidas, etc.

Por lo tanto, los padres y los directivos deben adap­tarse a los cambios y mantener siempre la curiosidad para que su cabeza se mantenga fresca y creativa. No sirve de nada que nos aferremos a los métodos antiguos, rígidos y jerarquizados. Cada vez es más im­portante la flexibilidad mental y la capacidad de adaptación.

UK@W: Por último, uno de los problemas habituales en la sociedad actual es conciliar la vida personal con la laboral, ¿es posible triunfar en ambas facetas al mismo tiempo?

Gómez del Pozuelo: El estrés y el cansancio son frecuentes cuando uno trata de armonizar la vida personal y la profesional. La principal causa del estrés es que tenemos multi­tud de tareas, queremos llegar a todas y, además, pasar un tiempo de calidad con los hijos.

Cuando estamos estresados tenemos la sensación de no controlar nuestra vida y eso mina la calidad del día a día y la calidad de nuestra relación con los demás. Por ello deberíamos intentar disfrutar de ese goteo constante de momentos que compartimos con los hijos y hacer las cosas con tranquilidad, porque nuestra actitud frente a las tareas y nuestra relación con el tiempo influyen en nuestra manera de vivir y de trabajar, y también afectan a los que nos rodean. Si nosotros nos sentimos es­tresados, ellos también.

Es necesario tomarse el tiempo de otra manera, no como una carrera de obstáculos. Para ello, deberíamos hacer una evaluación objetiva de cómo lo usamos y re­plantearnos las prioridades. Y es que hay algunas pautas de comportamiento que son fáciles de aplicar y que pueden modificar nuestra percepción del tiempo y reducir el estrés en gran medida: fijar prioridades, utilizar las nuevas tecnologías a nuestro favor, saber delegar, y otra serie de pautas sencillas de las que se habla en el libro.

En general, nos falta análisis crítico de nuestro día a día; estamos metidos en una vorágine de la que nos resulta difícil salir y sería muy provechoso tomarse el tiempo para reflexionar sobre ello y cambiarlo en la medida de lo posible.

Lo importante es conseguir una organi­zación del tiempo equilibrada, con actividades variadas que no nos dejen agotados, que desarrollen nuestra par­te física, mental y afectiva.

Deberíamos tomar cuanto antes las me­didas que necesitemos para que nuestros días nos proporcionen placer y satisfacción ahora y no cuando sea demasiado tarde.

Fuente Original: Wharton
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