“Nadie es perfecto, lo perfecto es inhumano…”
Esa era un frase que usaba con frecuencia un compañero de labores de hace muchos años. Y debo reconocer que con muy buenos resultados. Hoy en día, aun y con el paso del tiempo, no dejo de considerar esa frase como una excelente salida cuando se hace evidente un error cometido.
Pero ¿que sucede cuando las circunstancias nos alejan de salidas tan sencillas o la magnitud del error es tal que ese tipo de frases no seria oportuno decirlas?