No todas las veces lo que hacemos es lo correcto o esta bien, hay ocasiones en que quedamos muy lejos de lo deseado.
Y es que si lo que se desea es autorizar, participar, o motivar a los demás, no sólo se debe centrar en el aumento de sus comportamientos positivos.
Preste atención a las cosas que hay que dejar de hacer al mismo tiempo.
Y es que si lo que se desea es autorizar, participar, o motivar a los demás, no sólo se debe centrar en el aumento de sus comportamientos positivos.
Preste atención a las cosas que hay que dejar de hacer al mismo tiempo.
Aquí hay tres que deben
evitarse:
- Lenguaje corporal crítico. Cuando las cosas no salen bien, a nadie le gusta que le hagan caras o gestos. Cuidado con el ceño fruncido. Expresiones burlonas o miradas
sarcásticas (como diciendo: "¿Eres estúpido?") a usted le podrán parecer inofensivos, pero cada uno de estos sutiles dardos son dañinos para la relación.
- Interrumpir en una conversación. Es casi imposible que la gente se sienta atendida si el jefe ocupa la mayor parte de la conversación o interrumpe a cada rato.
Hágase más oídos que boca, y deje que la gente termine sus pensamientos.
- Ser inconsistente. Es difícil para los empleados adivinar quién va a aparecer: "el jefe sonriente, encantador y divertido" o "el gruñón, crítico, malhumorado" Trate de mantener el tono y la personalidad coherente, que la gente sepa a qué atenerse.