En el lejano oeste había un personaje muy especial: El
Comisario. Y era considerado así porque se encargaba de hacer aplicar la ley.
De una probada y reconocida solvencia moral, sentido común y
buen criterio para aplicar adecuadamente las leyes de ese entonces, todo mundo
lo respetaba. En ocasiones el puesto era asignado a quien tuviese habilidades
sobresalientes o hubiese hecho algún acto que lo hiciera merecedor del
reconocimiento de los demás.
Pues bien, en la actualidad hay un puesto dentro de las
Sociedades Mercantiles al que se le aplica ese nombre: El Comisario.