Un empresario vuelve de su oficina y en medio de un gran aguacero, ve a una joven muy atractiva en la parada del colectivo. Detiene su automóvil y pregunta:
- Llueve a cántaros.... ¿La llevo?
La joven duda un instante pero la torrencial lluvia despeja toda precaución y contesta:
- Ah, bueno, gracias.
Cuando llegan al edificio donde ella vive lo invita a entrar: