Por años, muchos empleados de grandes empresas han trabajado desde su casa. Pero normalmente, para lograrlo, tenían que rogar, o al menos negociar con sus jefes. Ahora, el trabajo remoto cada vez más es idea del jefe.
A medida que avanza la recesión, las empresas buscan formas de ahorrar en gastos inmobiliarios, de forma que lo que antes era un beneficio otorgado al empleado, se está convirtiendo en una necesidad. Incluso se le vende al empleado, con extras como un nuevo Blackberry, una nueva portátil, Internet de alta velocidad gratis, muebles para su oficina hogareña y dinero para remodelarla. La reacción de estos va desde el éxtasis hasta la confusión.