Toso el tiempo se ha comentado que el deseo de logro es una fuente de fortaleza importante en los negocios, y hoy, esa aseveración, está a la alza.
Un grupo de muy reconocidos consultores, autores de un exitoso documento que se adjunta, ha observado un sostenido aumento del grado en que el logro motiva a los ejecutivos. Pero existe un lado oscuro en la tendencia.
Siempre enfocado en tareas y metas, un ejecutivo -o una empresa- puede perjudicar su desempeño. Los administradores, o directivos, obsesionados por el logro tienden a dar órdenes y, con eso, lo único que consiguen es cohibir, o ahogar, a sus subordinados.
Tres impulsores de la conducta son identificados por el psicólogo David McClelland: logro, o alcanzar un estándar de excelencia; afiliación, o mantener relaciones personales; y poder, o tener impacto sobre otros.